La política de urbanización de los últimos años ha recurrido a la tecnología para construir grandes obras, olvidando las buenas prácticas, no planteándose el problema sobre el deterioro de nuestra tierra.
Entre las buenas prácticas, se destaca el concepto de bioconstrucción, basado en la aplicación de conocimientos antiguos, criterios y técnicas, que permite edificar casas de manera sana y ecológica; con el objetivo de construir preservando los ecosistemas y reduciendo así la contaminación. Por lo tanto, los materiales y las tecnologías utilizadas maximizan la eficiencia en el uso de los recursos naturales, reutilizables y reciclabes minimizando el empleo de energías aportadas con sistemas activos.
Además, para construir “bio” es muy importante trabajar sobre algunos parámetros, como condiciones climáticas del lugar, orientación del edificio, estudio de las aberturas, vientos dominantes, inercia térmica etc…
Sin embargo, hay algunas desventajas, o sea:
- Los materiales utilizados no son industrializados ni estandarizados y, por lo tanto, tenemos una disponibilidad limitada;
- Las soluciones que se pueden generar son a escala humana (no se puede construir un edificio de 15 pisos);
- Existen tiempos muertos ligados a los ciclos naturales del sol;
- Existen grandes prejuicios infundados de que las casas con base de madera o tierra no sean sólidas ni duraderas, por lo que son discriminadas.
Buenas prácticas en Cerdeña
Varios son los recursos para edificar viviendas con la bioconstrucción: en Cerdeña hay empresas que fabrican materiales utilizados para construir respetando el medio ambiente. Tratamos de los “Ládiri”, trabajados por los “Ladrineris”, son bloques de tierra cruda de varios tamaños realizados con el método tradicional. Aunque es un material “pobre”, ofrece muchas ventajas porque es un aislante acústico, tiene un poder transpirante y permite además mantener un clima interior confortable. En Cerdeña, se suele utilizar este material sobre todo para renovar las arquitecturas originarias de tierra cruda, típicas de algunos cascos antiguos, gracias a una ley regional (L.R. 29/1998), que financia a los que restauren sus hogares utilizando recursos y materiales identitarios.
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Igual importancia tienen los paneles de lana de oveja: producidos por una empresa sarda, se utilizan en el sector de la construcción y del ecodesign. El proceso de producción se desarrolla a través de fases diferentes, desde la recogida de la lana hasta su tratamiento. Hay que destacar que la lana de oveja es biosostenible, reciclable, no es tóxica, no hay gastos energéticos consiguientes a su producción, incluso tiene un bajo impacto medioambiental. Es más, es un recurso que procede de una fuente renovable, ya que no hay malos tratos a los animales, sino que es suficiente esquilar las ovejas una vez al año. Desde el punto de vista de las propiedades, la lana de oveja sarda tiene un buen poder de aislamiento térmico debido a la cantidad de aire contenida, es un aislante acústico y posee un alto poder ignífugo.
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