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martes, 18 de diciembre de 2012

Los huertos urbanos y los casos de Cagliari

Después de las dos guerras mundiales, y con el principio del progreso tecnológico, la práctica de cultivación de los huertos en casa ha sido abandonada y, a menudo, considerada sinónimo de pobreza. 

En 2012 no es una casualidad si volvemos a hablar de horticultura urbana, actuando de manera diferente. En tiempos de globalización, consumismo y, por consiguiente, de contaminación, necesitamos un tipo de agricultura ecológica. 

No solo los ciudadanos, sino los urbanistas están tomando conciencia de lo importante que es realizar campos dentro de la ciudad, de manera que se produzcan productos locales y disminuya el número de las importaciones. Las principales ventajas son las de comer sano y contribuir a que baje la emisión de Co2 debida a los transportes de comida del extranjero; alimentos como fruta y verdura que se podrían producir dentro de la ciudad. Además, esta podría ser una nueva manera de crear empleo y al mismo tiempo una oportunidad para recalificar el territorio cuidando el medio ambiente. 

Entre las ciudades en las cuales se ha empezado a hablar de agricultura sostenible encontramos Cagliari (Cerdeña), que experimenta la posibilidad de crear huertos urbanos reglamentando también la asignación de los campos. De hecho la deliberación provisional del ayuntamiento requiere que los huertos de su propiedad sean gestionados por asociaciones o asignados a individuos que respeten los parámetros de rédito.
En el mes de junio 2012 en el Centro Diurno “Marina Piccola” de Cagliari, se realizaron dos huertos, uno tradicional y otro sinérgico; este último mediante una técnica desarrollada por la barcelonesa Emilia Hazelip la cual aprovecha algunas plantas que, después de ser cultivadas, alimentan los microorganismos y, estos últimos, a su vez, hacen que los nutrientes estén disponibles para las plantas. 

El proyecto está coordinado por el Departamento de Salud Mental de la ASL8 de Cagliari y el colectivo MUSA, que han identificado en los huertos urbanos un instrumento para realizar recursos de inclusión social, de educación a la salvaguardia del medioambiente y alimentaria. De hecho, en este proyecto trabajaron 12 pacientes del departamento junto a otras personas de la sociedad civil. El huerto se ha realizado en un pequeño terreno abandonado, propiedad de la ASL8, situado cerca del mar. Este pequeño campo ha sido revitalizado y ahora produce una buena cantidad de alimentos como calabacines, tomates, berenjenas, apio, melones y otros más. 

El colectivo MUSA (del acrónimo italiano “Monte Urpinu” Salvaguardia Ambientale, en español Monte Urpinu salvaguardia del medioambiente) ya hace un año empezó con el desarrollo del proyecto de los huertos urbanos en Monte Urpinu, un proyecto más ambicioso en cuanto se focaliza en un área de 10.000 metros cuadrados que necesita también obras de bonifica ambiental, haciéndose, por eso, más dificultoso. Aun se sigue trabajando en este primer proyecto de manera que en futuro pueda favorecer el trabajo colectivo. De hecho se estima que 80 metros cuadrados garantizarían lo necesario para una familia, y esto, sin duda, sería una consistente integración al rédito familiar para los que quisieran trabajar en un huerto. 



Fuentes

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